En el vibrante escenario de la música celta, hay nombres que resuenan con un eco especial, y uno de ellos es, sin duda, Gwendal. Este grupo, arraigado en la rica tradición musical de Bretaña, ha tejido su propio tapiz sonoro a lo largo de cinco décadas, dejando una huella imborrable en el paisaje musical celta
En 1980, comencé mis andanzas por el campo, con la mochila a la espalda, explorando la naturaleza del Valle de Tiétar durante los fines de semana y el escaso tiempo libre que los estudios me permitían. En aquel entonces, mis preferencias musicales eran diversas, desde la movida madrileña hasta el rock, pasando por los Beatles. La cultura celta me atraía y, por ende, todo lo relacionado con ella; así que empecé a escuchar música celta, incluyendo gaitas, flautas, violines... Fue entonces cuando descubrí a Labanda, un grupo madrileño recién formado, que despertó mi interés por esos sonidos que evocaban la conexión del antiguo pueblo celta con la naturaleza.
Durante uno de mis viajes mochileros, un amigo compartió una cinta de casete de un grupo francés desconocido para mí, que, según él, había inspirado los sonidos tan bucólicos que tanto me atraían de los madrileños de Labanda. Me contó que eran de Bretaña, ¡del país de Asteris! ¡Más celta no podían ser!, y empezaban a ser un referente para todos los grupos folk-celta que surgían en aquellos años.
Fundado en 1972 por Youenn le Berre y Jean-Marie Renard, dos músicos apasionados por la riqueza cultural de su región, Gwendal surgió en un momento de efervescencia creativa y búsqueda de identidad. Se iniciaba un viaje que ha perdurado a lo largo del tiempo.
El telón de fondo histórico de Europa en la década de los setenta proporciona el contexto para entender la génesis de Gwendal. La música celta hasta ese momento se centraba en el folclore popular, sones, danzas y canciones regionales de las distintas partes del viejo continente. Hacia los años cincuenta en Estados Unidos, un país joven y a la vanguardia de todas las modas, se comenzó a fusionar este tipo de música con los ritmos africanos, escoceses e irlandeses aportados por los inmigrantes que conformaban la población.
En la década de 1960 nace el movimiento hippie, una subcultura contracultural que surgió, especialmente en los Estados Unidos, como respuesta a la rigidez social, política y cultural de la época. Los hippies abogaban por valores como la paz, el amor, la libertad individual, la igualdad, la espiritualidad y la expresión creativa, así como por el amor a la naturaleza y la convivencia con ella. Enseguida, este grupo adopta la música celta como bandera de su ideología.

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