Tomares, Sevilla
En octubre de 2024 tuve la suerte de presenciar algo más que un simple concierto. Fue un viaje en el tiempo, una celebración de cinco décadas de música celta con uno de los grupos más emblemáticos de la escena: Gwendal. En el marco del festival Fai un Sol, que se celebró por primera vez en Tomares, Sevilla, la legendaria banda bretona celebró su 50 aniversario con un concierto inolvidable que dejó una huella profunda en todos los asistentes.

Los Jardines del Conde fueron el escenario perfecto para este encuentro, con un entorno natural que realzó aún más la magia de la música. Desde el primer acorde, se sentía en el ambiente que estábamos a punto de vivir una noche histórica. La formación actual de Gwendal, con su líder indiscutible Youenn Le Berre a la cabeza, no perdió ni un ápice de su energía y carisma, pese a sus cinco décadas de carrera. Desde el primer momento que subieron al escenario, el público se entregó completamente, sabiendo que estaba a punto de disfrutar de algo irrepetible.


El repertorio fue una perfecta mezcla entre nostalgia y renovación. Por supuesto, no faltaron los clásicos. Desde la primera nota de «Irish Jig», el tema que dio nombre a su primer disco allá por 1974, supe que iba a ser una de esas noches en las que la música te envuelve por completo. Era inevitable sentir un nudo en la garganta al ver a la banda interpretar este tema icónico, que ha pasado por generaciones, manteniéndose tan vivo y relevante como el primer día. El público, compuesto por seguidores de todas las edades, estalló en aplausos y vítores cada vez que reconocían los primeros acordes de temas como «Cameleon» o «Stone Eire», piezas que han marcado el camino de la música celta a nivel internacional.


La interacción de la banda con el público fue otro de los puntos altos de la noche. Youenn Le Berre, con su eterna sonrisa y su flauta en mano, agradeció una y otra vez la cálida acogida que siempre les brinda el público español, un país con el que tienen una conexión especial desde sus primeros conciertos aquí. No en vano, muchos de sus discos en directo fueron grabados en España, y esa cercanía se notó en cada palabra y en cada nota que tocaban.
Mención aparte merece la actuación de Vincent Leutreau con su violín, que parecía deslizarse con una agilidad asombrosa por cada melodía. Ludo Mesnil en las guitarras aportó un toque eléctrico y contemporáneo, mientras que la base rítmica de David Rusaouën en la batería y Michel Valy en el bajo sostuvo el conjunto con una precisión increíble. Todo ello bajo la batuta de Jerome Gueguen en los teclados, creando ese sonido inconfundible que combina a la perfección lo tradicional con lo moderno.

Estar allí, como fotógrafo y amante de la música, fue una experiencia única. A lo largo de la noche, me moví por todo el recinto tratando de capturar cada momento, cada gesto y cada interacción entre la banda y el público. Inmortalizar una actuación tan especial como la de Gwendal, en su 50 aniversario, es un verdadero honor. La emoción en el rostro de los asistentes mientras bailaban y coreaban cada tema, las luces que envolvían la atmósfera de los Jardines del Conde, y los propios músicos, que transmitían un gozo contagioso, hicieron que cada disparo de mi cámara fuera mucho más que una simple foto: eran recuerdos de una noche mágica.
El festival Fai un Sol no solo fue un éxito por la impresionante actuación de Gwendal, sino también por la participación de otras grandes bandas como Covagueira, que aportó su vibrante folk gallego, y Rubén Díez Reunión, que fusionó la tradición celta con matices sureños de forma magistral. Pero, sin duda, la actuación de Gwendal fue el broche de oro de una noche perfecta.
Al final del concierto, con «Irish Jig» sonando una vez más, fue imposible no sentir un aire de despedida agridulce. Sabes que has vivido algo irrepetible, pero también queda la esperanza de que Gwendal seguirá llevándonos de viaje con su música por muchos años más. El concierto terminó con una ovación ensordecedora, y mientras la banda abandonaba el escenario, el público seguía pidiendo más, en una muestra de admiración y cariño que solo se gana con 50 años de entrega incondicional a la música.
Sin lugar a dudas, este ha sido uno de los momentos más memorables de la música celta en España en los últimos años. Fai un Sol se ha consolidado como un festival imprescindible, y la actuación de Gwendal será recordada por mucho tiempo. Espero volver a estar allí el próximo año, pero será difícil superar la magia vivida en esta ocasión. ¡Hasta pronto, Gwendal!

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